Creativo visual de origen, amante de los contrastes, mas de escribir que de leer, empírico solitario y con el corazón en las manos.
Hoy propietario desde hace 5 años de INA una barra de experiencias sensoriales de café y destilados, donde no existe un menú sino preguntas que son la brújula para encontrar las sensaciones que busca el alma al sentarte y tomar una bebida ahí.
Entusiasta viajero entre los lenguajes de la temperatura y el tiempo, religioso creyente de las bondades de esta tierra, los frutos de su herencia y de las semillas que guardamos para el futuro.
Paciente observador de alquimias, amigo de espíritus y guardián del buen paladar, entregando en vasos y tazas el resultado de su manera personal de sentir
y vivir.