Alejandro Espinosa

Tapatío de nacimiento, Alejandro Espinosa es el resultado del aprendizaje entre la tradición mexicana y sus experiencias en Europa. Hoy el define su cocina como “un realismo con algunos toques de surrealismo”.

Nacido en la ciudad de Guadalajara un 11 de septiembre de 1988, siendo el sexto integrante de una familia de 7 hermanos (todos hombres), desde pequeño tiene contacto con la cocina autentica mexicana ya que como él nos cuenta: “Desde niño tuve la fortuna de ir viendo como se hacía gran parte de los platillos de la comida Mexicana, ya que mi Mamá cada cumpleaños de sus hijos nos lo dedicaba al 100% para complacernos con nuestro platillo favorito; es ahí donde estoy en contacto con las recetas de la familia como el mole, pozole, carne en su jugo, tortas ahogadas, etc.”

Con la incertidumbre entre estudiar gastronomía o la Licenciatura en Derecho, decidió estudiar la Licenciatura en Derecho y en sus sueños estaba el complementarla con la gastronomía. En su tercer año de la Licenciatura hizo un viaje a Europa y en la ciudad de Barcelona encontró lo que estaba buscando. Se inscribió a la Universitat de Barcelona en el máster en Dret empresarial, otra vez con la falsa creencia que podría estudiar y trabajar de cocinero, pero a la postre esa sería la punta de lanza para quedarse 2 años más ahora si estudiando y trabajando en la ciudad condal.

Ha trabajado en grandes restaurantes y hoteles (Restaurantes Andele, 5 Jotas, Drolma, Miramar, Montjuic, Hotel Majestic, Dolce, Palace, Monterrey, Nh, entre otros, así como con grandes personalidades del mundo de la cocina y de la sommelieria como (Rafael Barral, Yamir Pelegrino, Ivan Guevara, Josep Baeta, Javier Gila, etc).

Según sus propias palabras, “Lo que más me gusta de la gastronomía actual, es la posibilidad de conseguir productos de todas partes del mundo.

Mi cocina la puedo conceptualizar como un realismo con algunos toques de surrealismo.

Parto siempre de la base de tener el mejor producto y una vez teniéndolo aplicarle la técnica adecuada para lograr un buen platillo. Respeto mucho la cocina tradicional y me enorgullece elaborarla cuando así es requerido, es a eso a lo que yo le llamo realismo. El poder presentar en el plato un buen huachinango zarandeado de la región de Jalisco o una buena paletilla de cordero lechazo al estilo Burgos o unas manitas de cerdo rellenas al estilo Paris u buen pincho moruno de la región de Andalucía, un aguachile de callo de hacha estilo Sinaloa, me da la satisfacción de haber aprendido bien la lección.